18.02.2010

Agujas

Hay que estar alerta de no estar demasiado alerta, cuidándose cuando uno tiene los ojos demasiado abiertos. Si pasara alguien a clavar una aguja en ellos, sería una derrota patética el haber quedado ciego por poner demasiada atención al observar.

15.02.2010

El revolucionario decepcionado

Nadie sabe cómo va a acabar su vida. Se ha dicho tantas veces que, como toda la sabiduría popular, se ha transformado en un adagio odioso, en vez de la sentencia condenatoria que es.

"Nos persiguieron a tiros muchas veces. Estábamos en una zona montañosa de modo que los desniveles actuaban a nuestro favor y en nuestra contra; veces sí y veces no. Uno piensa en lo rígido de las cosas, en lo fácil que es terminar con la existencia de alguien, en que a veces ello es necesario, en que si no fuera necesario uno siempre puede justificarlo, y en que todo mundo llega a creerse en algún punto de su vida juez legítimo de los demás.

¿Qué mejor que montarse en un tribunal donde la víctima no puede defenderse? Esa es la única justicia que todos deberían de conocer, la otra es dialéctica sosa, la otra se olvida después de un rato, la otra deja a muchos culpables vivos. Lo llamo tribunal, y al hacerlo me equivoco como tantos otros. Debo corregirme: lo que quiero yo es un patíbulo; no sólo yo, eso lo quieren muchos.

Estamos escondiéndonos de nuevo; acorralados, lo único que resta es enfilarse a un valle. Algo es seguro, bajando allá, podrán fusilarnos como patos de plástico en un juego de feria. ¿Garantía de morir? Tal vez. Sin embargo, tal vez nos salve Dios, y se ponga del lado de los débiles por una vez en la historia. O tal vez nos deje morir como a Jesucristo. Así como él, tal vez sirvamos más a la humanidad como mártires que lo que servimos viviendo en esta tierra. Repaso lo que he dicho: que pensamientos tan sufridos, tan blandos, dignos de un condenado que quiere que le tengan piedad. 'Te tiras al suelo para que te recojan' me dijeron muchas veces. Tenían razón: siempre que estoy desesperado quiero piedad y lástima. 

A nadie podemos ayudar ya. Siempre tratamos de llevar nuestra angustia y preocupación como virtud, para ayudar a los demás y mostrarles que nadie tiene que vivir con la cabeza agachada. Pero hoy día, hasta los pobres nos reprochan el que los defendamos. Del lado cristiano se nos reprocha que negamos al hombre al negar los mandamientos de Dios, que sin sus leyes, cada quien es libre de condenar los puntos de vista y los actos de los demás.

¡Necios! Ese reproche es el miedo de elevarse por encima de los demás, porque quien condena dice "J'accuse!", quien condena exige, quien condena no espera a que Dios haga justicia.

Enfilamos hacia el valle. Me aposté contra un árbol. Ya sabía que nos iban a matar a tiros. Renuncié: por seriedad o por excusas, me escondí. Me repetí "nos van a matar a tiros a todos" y así me libré de pelear junto con los demás. Me creí necesario: "Debo salvarme yo" cuando sé que nadie está aquí sino por el azar.

¿De qué sirvió tener la maldita seguridad de saber cómo íbamos a morir, si al final todo acabó siendo tan terrible y amargo que como si no lo hubiéramos sabido? Por eso, ejercí mi libertad. Decepcionado, cuando los ví muertos a todos, escapé de la única forma que pensé podría liberarme: me pegué un tiro. Y me equivoqué, por que el suicidio es de cobardes."

13.02.2010

Desfilar como iguales

El arte y el resto de las cosas se vuelven aburridas cuando todas las personas tienen los mismos gustos; asimismo, al tener todos gustos disímiles se torna la vida en algo decadente. 

Es ese el precio a pagar por la maldición de nunca ponerse de acuerdo. El aburrimiento siempre será más barato que su alternativa.

Unas cosas son más pequeñas que otras

Cuando trabajo, debo llevar un gafete con mi nombre y fotografía mientras esté dentro del edificio. Un día le añadí un distintivo. Lo vieron algunas personas, no muchas. Otro día, el distintivo se cayó del gafete y no tuve tiempo de volverlo a añadir. En el curso de varios días, personas me preguntaron por su ausencia.  Ello no significó mucho, pero ¿cuántas pequeñeces notarán las personas en nosotros, pero nunca nos las hacen saber?

El propósito de un sistema es hacer lo que hace

En el mundo moderno, no hay distinción entre acción y palabra. Los efectos de ambas cosas se equiparan e importan más ya que las personas, que solían ser su causa material.

La marcha y el camino

Antes y ahora
Cuando era joven, era feliz en las mañanas y de noche lloraba; ahora, con más edad, comienzo vacilante mi día y, sin embargo, el final es sereno y sagrado.
-Friedrich Hölderlin

Caminante, el camino se hace al caminar. A su vez, el camino desaparece tras de uno también. Las marchas largas no son nobles por el hecho de ser penosas, tampoco por el hecho de que siempre que se recorre la mayoría del trecho, se torna imposible volver. Dignificarlas sería como tratar de redimir a un condenado que sabe que nada cambiará su rumbo hacia el paredón. Lo mismo va para la vida; también como un condenado, se puede renunciar antes de tiempo. A final de cuentas, el resultado es el mismo.

11.02.2010

Cansancio

No se puede escribir nada cuando uno carga con un manto de cansancio sobre sí. La lucidez se va. Todo dentro de uno corre lejos y abandona el barco, las energías se van a dedicarse a cargar la propia alma. No es ningún misterio pues, que las clases trabajadoras sean tan miserables. El cansancio elimina la vida interna, debilita el espíritu. Es cargar con la marca del trabajo, del desvelo, de las noches sin descanso y los días sin fin, en fila uno tras el otro.

Después de un tiempo se llega a estar tranquilo. Vivir en un estado soporífero arrebata las energías para sentirse mal, para sentirse, para sentir. Ya nada puede explotar, nada puede encenderse, nada puede vivir, nada puede morir dentro de uno. Al final, el descanso tan buscado no repara nada, simplemente extingue el sentimiento. Después de llevar el cansancio a rastras durante un par de días, se vuelve parte de uno. Hay veces que vivo cansado, y ningún sueño parece remediarlo.

09.02.2010

Charla de conocidos

Dos hombres se encontraron después de dejarse de ver mucho tiempo.

No se reconocían enteramente. Querían estar seguros de que estaban frente a la persona correcta. Entonces uno tomó un madero, y le atizó un golpe tremendo en la cabeza al otro. Inmediatamente éste se desplomó, y no recuperó la conciencia. 

- "¡Al fin te conozco!"

05.02.2010

Retrospectiva al futuro

Para cuando le conocí era viejo ya. Había trabajado una gran parte de su vida. Ahorró un poco durante muchos años, y le alcanzó para vivir el final de su vida de la misma manera en que vivió todos los años que a su presente le antecedieron: con poco, sin muchos lujos y de manera frugal pero con decencia. Decía que había escrito algunas cosas, pero nunca se dejó convencer por ellas. Leyó otras más, no de mucha utilidad. No viajó mucho, tal vez porque no se sentía parte de ningún lugar (por eso mismo dejó su tierra). Decía que aquello no lo causó un sentimiento de desagrado, sino más bien de desapego: decía que era ciudadano de ninguna parte.

No se había sentido abandonado, pero no había tenido mucha compañía durante su vida. Repetía que estaba acostumbrado a ello. Opinó que cuando por fin se hace patente en el mundo que nadie lo necesita a uno, uno también se libera de los demás, y deja de necesitarlos. Recordaba haber conocido a un puño de personas interesantes. A muchas jamás las volvió a ver, las otras dejaron de verlo a él. Estaba convencido de que así es la gente, y de que no había porqué atormentarse por ello. También dijo que él creía que, tal vez tristemente, su vida parecía haber tenido un efecto más grande en sí mismo que en la vida de los demás. Al final, dijo que había vivido en paz consigo mismo.

Hablamos un poco de otras cosas, hasta que me reconocí en él.

04.02.2010

La democratización de la escritura

La más dolorosa pérdida causada por la existencia de demasiados escritores y tantos libros publicados ha sido la del arte de no leer. Sólo porque se está en medio del oceano, tremendamente sediento, no significa que se pueda saciar la sed con agua salada. Lo democrático del mundo actual ha debilitado a todos, no la idea de que todos tienen el derecho a opinar e involucrarse, sino la idea de que todos tienen el derecho a vender y consumir.

Cuatro mujeres

Estaba en el autobús, y ví cuatro mujeres: A una su maquillaje la hacía parecer púrpura. Otra tenía ojos muy bonitos. Otra leía sus apuntes de biología. Y la otra no estaba ahí.

01.02.2010

Tablero luminoso

Cuando era pequeño, me quedaba viendo los tableros luminosos algunas veces. La fijación con ellos consistía en una cosa: tratar de desmenuzarlos. Cuando los veía, las letras y los números pasaban de derecha a izquierda, o iban de arriba a abajo.

Algunas veces, habría un foco fundido, apagado. Si se fija la vista en él, se puede quitar brevemente la ilusión de movimiento. El tablero se vuelve entonces una serie de focos luminosos prendiéndose y apagándose a diferentes intervalos. No es nada grandioso, pero siempre se me hizo interesante.