05.02.2010

Retrospectiva al futuro

Para cuando le conocí era viejo ya. Había trabajado una gran parte de su vida. Ahorró un poco durante muchos años, y le alcanzó para vivir el final de su vida de la misma manera en que vivió todos los años que a su presente le antecedieron: con poco, sin muchos lujos y de manera frugal pero con decencia. Decía que había escrito algunas cosas, pero nunca se dejó convencer por ellas. Leyó otras más, no de mucha utilidad. No viajó mucho, tal vez porque no se sentía parte de ningún lugar (por eso mismo dejó su tierra). Decía que aquello no lo causó un sentimiento de desagrado, sino más bien de desapego: decía que era ciudadano de ninguna parte.

No se había sentido abandonado, pero no había tenido mucha compañía durante su vida. Repetía que estaba acostumbrado a ello. Opinó que cuando por fin se hace patente en el mundo que nadie lo necesita a uno, uno también se libera de los demás, y deja de necesitarlos. Recordaba haber conocido a un puño de personas interesantes. A muchas jamás las volvió a ver, las otras dejaron de verlo a él. Estaba convencido de que así es la gente, y de que no había porqué atormentarse por ello. También dijo que él creía que, tal vez tristemente, su vida parecía haber tenido un efecto más grande en sí mismo que en la vida de los demás. Al final, dijo que había vivido en paz consigo mismo.

Hablamos un poco de otras cosas, hasta que me reconocí en él.

Keine Kommentare:

Kommentar veröffentlichen

Escriba su comentario abajo.