06.04.2010

El papel de la repetición en la formación del hombre

Los actos repetitivos, a distintos niveles y frecuencias, eventualmente dan forma al carácter y al espíritu de la raza humana así como una piedra es pulida al paso del agua en un río. No es la fuerza ni la velocidad lo que tiene el efecto transformador, sino la constancia - algo que se repite tiene fuerza por sí mismo, puede invocarse en multiplicidad de repeticiones sin perder fuerza de sustancia, ni de carácter. Cuando algo se repite, automáticamente prueba tener la suficiente sustancia dentro de sí como para invocar una instancia igual de sí mismo sin diluir su carácter. Es más, es mediante esta repetición, este juego de espejos donde las repeticiones se fusionan en un recuento de sí mismas para cobrar más carácter que una sola de sus invocaciones.

Esta cualidad de la repetición es la que va formando el carácter de los hombres, en una variedad tripartita de repeticiones infinitesimales e incesantes que se pueden clasificar en - repeticiones inconscientes, repeticiones volitivas y repeticiones forzadas.

En las repeticiones inconscientes podemos encasillar aquellas en las que el sujeto no tiene consciencia plena de que se acaecen, aquellas instancias donde el sujeto es multiplicado por la repetición, o metido en un túnel de infinitas repeticiones. La naturaleza de las repeticiones inconscientes no es necesariamente aquella de algo que está escondido y es por ello inaccesible – el verdadero quid de las repeticiones inconscientes es de aquellas que mediante la repetición pierden la fuerza de su expresión - aquellas que se cuelan bajo la superficie, aquellas que los individuos han visto pasar tantas veces, que como el aire, a menos de que carguen con alguna impureza ajena, son imperceptibles.

El ejemplo más ilustrativo de una repetición inconsciente es el tiempo. El tiempo, o su pasaje (ambos se transmutan) son repeticiones interiorizadas por los seres humanos. En este sentido, la repetición del tiempo también tiende a una acumulación: el tiempo, al repetirse en sus unidades divisibles e iguales, se apila y es esa acumulación de tiempo, el pasaje de las unidades a través y a la vista de todos, que hace que la flecha del tiempo tenga como sentido 'adelante'. Un ser humano sin esta intuición, no podría percibir el cambio en sus alrededores - simplemente moriría tratando de entender su deterioro sin causa aparente. El tiempo, con su sentido 'hacia adelante', con su infinita repetición de unidades infinitamente pequeñas y tremendamente grandes es lo que también provee de sentido a la muerte, al cambio físico y a las acciones.

La repetición añade una predictibilidad inexistente a un mundo caótico y sin sentido, un mundo que se repite, o en donde se acaecen cosas que se repiten, es un mundo en donde hay objetos, en donde hay modelos y en donde hay conocimientos claramente definidos y delimitados (vida – muerte / presente – pasado / objeto – objeto / sujeto – sujeto / sujeto – objeto). Detrás de la repetición, se esconden el desorden, el sinsentido y la nada.

El tiempo como repetición
El sentido del pasaje del tiempo puede manejarse como cualquier clase de abstracción, como una construcción numérica inmutable, ó como la partición infinita y recurrente de momentos en momentos más pequeños, es la repetición de momentos más y más pequeños que sumados y juntos dan la totalidad de todos los momentos: el tiempo es la partición del todo, sólo presenciando la repetición y ‘adición’ de pequeñas partes puede el ser humano digerir la totalidad de todos los momentos sumados – el todo, la eternidad.

Las ilusiones de la repetición del tiempo
Si pensamos que las repeticiones del tiempo se dan en minutos, segundos, horas, días, tenemos que presuponer que más allá de las construcciones temporales humanas (el minuto tiene sesenta segundos, un año es relativo a la rotación terrestre, etc.), debemos de presuponer la existencia de una sustancia la cual podemos percibir, sentir, medir y relatar. Debe de haber una fuente del tiempo, algo de donde el cambio de los acontecimientos surge. ¿Es la acción, o el movimiento, la fuente del tiempo?

Percepción del cambio – si algo se mueve, presuponemos dos estados diferentes: antes y después. ¿De dónde surge esta partición? Planteemos una fricción. La fricción entre dos estados de las cosas es de donde surge una concepción de diferencia. La repetición surge y se alimenta del perpetuo cambio – sin fricción constante, no habría repetición, y no podríamos derivar sentido alguno del paso del tiempo.

Para ello, imaginemos una planta que lentamente se marchita. Decidimos observarla desde que empieza a marchitarse hasta que muere, y medimos el tiempo en minutos. Los minutos se repiten, son exactamente los mismos, uno tan exactamente bien delimitado como el otro – si pasan seis minutos exactamente, no habrá diferencia entre ellos. Hemos efectivamente medido una transición usando el tiempo en un objeto delimitado por nosotros (la planta).

La diferencia es que el medio utilizado para medir se repite, mientras que cada segundo que pasa es reflejado de una manera irrepetible en el estado de decaimiento de la planta: la repetición da regularidad a un evento irrepetible, imposible de delimitar y medir. Si no fuera así ¿cómo podríamos decir cosas como ‘faltan n segundos para que la planta muera’? No podríamos. Sin la repetición religiosa y obsesiva de unidades de tiempo, jamás podríamos saber (una vez que el acontecimiento se haya sucedido) si la muerte de la planta alguna vez ocurrió.

El tiempo, junto con la repetición, dan sentido, estructura y velocidad a nuestras percepciones de los objetos – cabría aventurar que el tiempo y la repetición dan incluso forma a los objetos que percibimos (sin estados cambiantes, los objetos serían percibidos como una gran nada, sin el estado fluido de las cosas probablemente los seres humanos jamás habrían existido).

Ahora bien, destruyamos los minutos: sin delimitar claramente la pléyade de estados intermedios que existen entre una frontera y otra ¿cómo podemos saber que la repetición de minutos que empuja el paso del tiempo hacia adelante se está sucediendo ante nosotros?

(Ensayo sin terminar, escrito ca. 2008)

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