26.05.2010

Despeñadero

Todos desfilando, entre torres blancas,
caminando en marcha solemne sin soltar palabra,
donde uno empuja al otro,
uno empuja al otro.

Tirando rocas al abismo,
deseando no oir su sonido,
y que el aire no las roce,
que queden suspendidas,
y que al caer nosotros,
se rompan nuestros huesos,
en un tremendo goce.

24.05.2010

Darse el lujo

Si dudar de los motivos propios y de la raison d'être de nuestro camino fuera señal de refinamiento, tendríamos entre los deprimidos una fuente inacabable de elegancia. Sería como vestirse de manera impecable para asistir a la muerte de todas nuestras esperanzas. El único problema que veo en ello es que no es elegante llorar a propósito de las propias tragedias.

21.05.2010

Cansado

Cansado de tratar, tratando
consigo mismo, lidiando 
Lidiar algunos tratos
para tener el alma en paz.

Con destellos pequeños
apaciguando la conciencia
aquella parte del espíritu
que por los malos tratos
ya no puede más.

Recorrido

Cuando regreso de trabajar, ya no hay luz natural en mi casa. 
Siempre hago el mismo recorrido: Abro la puerta. Voy y me sirvo un vaso de agua. Subo las escaleras. Abro la puerta de mi cuarto. Es difícil ver sin luz. Aún así, siempre atino a la llave correcta en el llavero. Nunca tiro agua de mi vaso. No tropiezo en ningún escalón.

Me abstengo de prender la luz. Lo único que me muestra eso es que nada ha cambiado. Que el día es igual a todos los otros días. Y que a nadie realmente le importa si enciendo la luz o no más que a mí mismo.

16.05.2010

Viviendo en lo pequeño

¿Qué sucede con las tragedias pequeñas? Son difíciles de olvidar porque no son como una loza pesada, que aplasta a quien la carga con su enorme peso, son como una piedra en el zapato, le siguen a uno por donde quiera. Son como pequeñas derrotas, como despedidas eternas, como el sol que molesta los ojos, pero que no impide la vista. Son como fragmentos de cristal roto, que no hacen desangrar pero que se entierran en la piel. Las pequeñas tragedias no matan, pero molestan. De joven ensombrecen, pero de viejo nos merman, como grietas en una pared. 

Tragedias pequeñas hay muchas y los momentos gloriosos son grandes, absolutos. Es por eso que para mí las victorias pequeñas son más bien derrotas honorables. Sin embargo, la medida que les es dada a los sentimientos que tienden al absoluto depende de la grandeza del propio espíritu. Así es como va quedándole a uno la impresión de que uno no es maestro de sus alegrías, pero sí ingeniero del tamaño de los malos sentimientos.

12.05.2010

Poesía maldita

Sería como dar un paseo por el sol
Salir a patear todos los árboles del universo
Presenciar cómo caen sus hojas y ramas

Nadie logra descifrar su contorno dorado
Como brillan en su muerte, ni porqué lo hacen
Cómo callan y lastiman

Ver también a los necios tratar de hacer poesía de ello
Para poder dar y darse tiempo
Y patear las palabras que nadie quiere
Patear lo que nadie llevará consigo.

10.05.2010

Sin título

Cuando se declara un placer, se le limita, se le enmarca, se le traiciona.
Cuando se declara un odio, se le entroniza, se le pone una corona, se le idolatra.
Mejor amemos y odiemos sin palabras, así nadie saldrá herido.

El tablero de damas

Un tablero. Un jugador. Un juez de reglas. Silencio abismal.

-Cada espacio negro del tablero le permite brincar en diagonal al siguiente espacio del mismo color.
-¿Y si quisiera brincar a un espacio a la derecha?
-No podría hacerlo.
-¿Y si intento hacerlo?
-Inténtelo. Ya verá usted mismo porque le he dicho lo que le he dicho.

Brinqué un espacio a la derecha. Dos a la izquierda y uno hacia adelante. No pasó nada.
Seguí brincando. Llegué a un espacio negro.


-Se lo dije.
-Avanzé. Usted estaba en un error. Me dijo que no podría.

Para mostrarle su error, brinqué dos espacios a la derecha, regresé dos a la izquierda y me quedé en el mismo lugar.

-¿Lo vió?
-Sí
-¿Entonces?
- Entonces, eso no significa nada.

Comenzé a pensar a qué se refería con "No significa nada".

-Llegó a un espacio negro.
-Sí, pero avanzé.
-No. Ha llegado a un espacio idéntico al que usted estaba cuando empezó su travesía.

Reflexioné un rato. Comenzé brincando hacia un espacio blanco, y desde ahí, en diagonales hacia los espacios blancos.

-Está siguiendo el mismo patrón.
-Sí, pero no en los mismos espacios.
-Sí son los mismos espacios. Son equivalentes. Usted no ha brincado de un espacio negro a uno púrpura de soslayo, ha brincado a un espacio blanco, y de ahí, se ha movido en diagonal.

Comenzé a desesperarme.

-Un patrón no hace equivalente el camino. Yo podría caminar en diagonal en un bosque. Eso no hace del bosque un tablero de damas, y usted lo sabe.
-Sí, pero en el bosque el camino se hace al caminar. Aquí, el tablero le dice a dónde caminar, usted no le dice al tablero nada más que "estoy caminando conforme al patrón que veo".

Finalmente, decidí brincar en una serie de pasos al azar, atrás, adelante, izquierda un par de veces, volví, derecha seis veces y después me quedé en medio de un espacio negro, y de uno blanco.

-Sigue usted dentro del tablero.
-He tenido suficiente.

Salté fuera del tablero. Grité un insulto, y caminé lejos. Mientras me alejaba, oí lo siguiente de una voz distante:

-Salga. Como castigo, cuando escriba de esto, nadie sabrá entenderle, ni podrá saber a qué se refiere.

El arbitro de reglas tenía razón. Escribí esta pieza anoche, y nadie la comprende.

Melodía

Es una manía mía sentarme frente a mi escritorio y pretender, con rabiosa furia y entre gestos al aire, que puedo tocar el piano con maestría inigualable. Es el espectáculo más triste del mundo.