10.05.2010

El tablero de damas

Un tablero. Un jugador. Un juez de reglas. Silencio abismal.

-Cada espacio negro del tablero le permite brincar en diagonal al siguiente espacio del mismo color.
-¿Y si quisiera brincar a un espacio a la derecha?
-No podría hacerlo.
-¿Y si intento hacerlo?
-Inténtelo. Ya verá usted mismo porque le he dicho lo que le he dicho.

Brinqué un espacio a la derecha. Dos a la izquierda y uno hacia adelante. No pasó nada.
Seguí brincando. Llegué a un espacio negro.


-Se lo dije.
-Avanzé. Usted estaba en un error. Me dijo que no podría.

Para mostrarle su error, brinqué dos espacios a la derecha, regresé dos a la izquierda y me quedé en el mismo lugar.

-¿Lo vió?
-Sí
-¿Entonces?
- Entonces, eso no significa nada.

Comenzé a pensar a qué se refería con "No significa nada".

-Llegó a un espacio negro.
-Sí, pero avanzé.
-No. Ha llegado a un espacio idéntico al que usted estaba cuando empezó su travesía.

Reflexioné un rato. Comenzé brincando hacia un espacio blanco, y desde ahí, en diagonales hacia los espacios blancos.

-Está siguiendo el mismo patrón.
-Sí, pero no en los mismos espacios.
-Sí son los mismos espacios. Son equivalentes. Usted no ha brincado de un espacio negro a uno púrpura de soslayo, ha brincado a un espacio blanco, y de ahí, se ha movido en diagonal.

Comenzé a desesperarme.

-Un patrón no hace equivalente el camino. Yo podría caminar en diagonal en un bosque. Eso no hace del bosque un tablero de damas, y usted lo sabe.
-Sí, pero en el bosque el camino se hace al caminar. Aquí, el tablero le dice a dónde caminar, usted no le dice al tablero nada más que "estoy caminando conforme al patrón que veo".

Finalmente, decidí brincar en una serie de pasos al azar, atrás, adelante, izquierda un par de veces, volví, derecha seis veces y después me quedé en medio de un espacio negro, y de uno blanco.

-Sigue usted dentro del tablero.
-He tenido suficiente.

Salté fuera del tablero. Grité un insulto, y caminé lejos. Mientras me alejaba, oí lo siguiente de una voz distante:

-Salga. Como castigo, cuando escriba de esto, nadie sabrá entenderle, ni podrá saber a qué se refiere.

El arbitro de reglas tenía razón. Escribí esta pieza anoche, y nadie la comprende.

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