15.09.2010

Los hombres y las cuatro vasijas

Llegaron dos hombres con un sabio. Buscaban saber cómo llegar a un monasterio. Llegaron con el sabio, y él les prometió que les diría cómo llegar al monasterio si podían hacer lo siguiente con cuatro vasijas de barro:


  • Hacer sonar una como una campana.
  • Hacer que una fuera igual a una montaña.
  • Llenar de agua una de ellas hasta el tope, y que pesara lo mismo que si estuviera vacía.
  • Conseguir que la otra fuera una digna ofrenda a Dios, a pesar de su austera apariencia.


El primer hombre se puso a raspar una vasija con una piedra, hasta que la pulverizó. Frente al sabio, dijo: -He aquí una vasija que es como una montaña, porque las dos han sido y serán polvo. Después, se levantó y arrojó la otra vasija al suelo. - Ha sonado como una campana al romperse.

El sabio contempló al hombre, y comenzó a cuestionarle acerca de sus respuestas. Entretanto, el otro viajero se aprestó a llenar una vasija con agua, y otra con trigo de una plantación cercana. El sabio le detuvo con un gesto cuando llegó frente a él. "¿Pesa la vasija lo mismo que antes?" El viajero le contestó. -No. Y la otra no es una ofrenda. El sabio casi dejó escapar un gritito de perplejidad, pero se contuvo. "Jamás te daré las direcciones de esa manera."

Y el viajero dijo: "Simplemente iré a preguntarle a alguien más."

Y se llevó las dos vasijas, una repleta de comida, y la otra de agua en preparación para el resto del trayecto. Dejó a su compañero y al sabio detrás rápidamente, no sin antes sentenciar:

"Los hombres que buscan profundidad en una vasija vacía no son dignos de los pensamientos más profundos. Hay que cuidarse de la falsa filosofía."

Los falsos ídolos piden cosas imposibles. Nunca deje usted de ser práctico.


Con afecto para P. Prado, que está en tierras lejanas.

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