11.06.2014

Himmelbjerget

Cuando tenía apenas 16 años, entré a una escuela nueva. Como no sabía mucho de nadie, no pude conversar fácilmente con mis compañeros. En la clase de inglés notaron que podía hablar el idioma. Me preguntaron unas cinco o seis cosas que terminaron por develar que mi abuela había desembarcado hace más de 40 años en el puerto de la Villa Rica de la Vera Cruz. No era de aquí

- ¿Por qué tienes esa moneda en tu llavero?
- Es una corona. Me la dieron porque es del año en que nací.
- La moneda dice que es de 1992. No es del año en que naciste.
- Ah, es que es del año en que nació mi hermano. Debí de haber confundido su llavero con el mío...

Mi hermano nació en 1991.

Mentí porque tenía que tener una razón para tener esa moneda. Tenerla simplemente porque las coronas tienen un hoyo en el centro y las hace ideales para cargarse en un llavero o simplemente por apego al allá que siempre me pareció más bonito y menos pedestre que aquí era imperdonable.

De ahí en adelante, un tipo del cual recuerdo su rostro pero no su voz nunca cesó de arrojarme frases sardónicas como "miren, cuidado que ahí viene el danés".

Ya soy mayor. Ahora solamente deseo que él se ahogue con su propia saliva, porque yo (a diferencia de él) sí aprendí a callarme.

3 Kommentare:

  1. Es genial como con una anécdota tan corta y simple puedes reflejar y transmitir actitudes como la cautela, la nostalgia o el rencor.

    Encantado de leerte de nuevo.

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  2. Me gusta la forma de contar vuestra historia y la forma tan inteligente de llamar la atención que causó envidia. Excelente lección.

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  3. siendo estos los mas valioso de un ser humano,dichosa la persona que conoce lo mas profundo,sueños y deseos de otro ser humano.

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