16.05.2010

Viviendo en lo pequeño

¿Qué sucede con las tragedias pequeñas? Son difíciles de olvidar porque no son como una loza pesada, que aplasta a quien la carga con su enorme peso, son como una piedra en el zapato, le siguen a uno por donde quiera. Son como pequeñas derrotas, como despedidas eternas, como el sol que molesta los ojos, pero que no impide la vista. Son como fragmentos de cristal roto, que no hacen desangrar pero que se entierran en la piel. Las pequeñas tragedias no matan, pero molestan. De joven ensombrecen, pero de viejo nos merman, como grietas en una pared. 

Tragedias pequeñas hay muchas y los momentos gloriosos son grandes, absolutos. Es por eso que para mí las victorias pequeñas son más bien derrotas honorables. Sin embargo, la medida que les es dada a los sentimientos que tienden al absoluto depende de la grandeza del propio espíritu. Así es como va quedándole a uno la impresión de que uno no es maestro de sus alegrías, pero sí ingeniero del tamaño de los malos sentimientos.

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