02.01.2018

Reloj extemporáneo

Todo esfuerzo humano está condenado a terminar. Si su terminación es un fallo depende de la cosmogonía de quien lo emprende, también en menor grado de la cosmogonía de los que se quedan para verlo terminar. Sin embargo, cada esfuerzo termina (o falla) a tiempos distintos, algunos después de que la gente que los emprendió muera. 

Sólo por esta ceguera, que es análoga a la incapacidad del ojo humano de ver más allá de horizonte, es que la gente continúa haciendo y viviendo a través de las generaciones. Todo se derrumba, pero no al mismo tiempo. De esta incapacidad humana de concebir la inutilidad última de lo que hacemos y de dejarle las consecuencias a los demás, es de donde nace la ceguera voluntaria llamada 'esperanza' y la enfermedad llamada 'civilización'.

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