10.01.2019

El político y el hereje

La lengua vil está cubierta de rosas, mas la podredumbre yace en sus resquicios.
- Mahfúd Massis


Las complicidades intelectuales y políticas parecen haberse debilitado y desaparecido. En los tiempos que corren, se ha impuesto una suerte de viento suave y venenoso que arrulla la confianza hasta dormirla. Todos enemigos porque si tú conmigo, quién contra mi. 

En este letargo, ajeno y diferente al desierto de confianza que hay hacia la política, quienes se ocupan de nuestra ciudad y del país generalmente tienen allegados, aliados temporales o amigos. No tienen mucho más que eso. A veces, se reconoce esto como necesidad de la guerra de posiciones y la desgastada expresión que siempre se impone: el ‘tablero’ político. Se juega mejor ligero, siendo uno su propio dueño y su propia persona, por y para sí mismo.

Tener una complicidad va en contra de jugar ligero. Esas complicidades que se han esfumado, son las que en ocasiones traicionan la comodidad del simple confidente. Es un empuje propio de la herejía, que no respeta el tiempo de existencia de algo, sino su fuerza y vigor.

¿Qué podemos exigir de quienes mandan y dirigen si hace mucho tiempo, renunciaron a pensar a través de los demás y ya no pueden limar sus ideas contra la corriente del pensamiento ajeno? Muy poco.

Que peligroso vivir en un tiempo en donde los hombres solamente tienen amigos porque la escuela, la familia o la circunstancia los ató a otro hombre. Que decepcionante saber que las amistades se fortalecen al compartir la incompetencia y la incomprensión.

Que lástima que los políticos no tengan amigos que sean herejes de sus ideas.

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